viernes, 11 de noviembre de 2011

Juanito y "los de la Furia"


Hace casi veinte años desde que perdimos a Juanito, y treinta ya de sus días de gloria con el 7 blanco a su espalda. Hablaba ayer de Cunningham, al que sólo conozco de oídas porque no le vi jugar, y hoy me encuentro una reseña en El Mundo de un libro sobre Juan Gómez, que hoy cumpliría 57 años.

A Juanito sí le vi jugar, pero poco y ya cerca de su retirada, que recuerdo vagamente. Más que jugando, recuerdo su imagen en las clásicas fotos de plantilla, en posters que colgaban en mi habitación o la de algún amigo. Yo era un niño que le veía como un "señor mayor" que tenía que dejar paso al Buitre. Sí recuerdo su presencia obligada en las noches europeas; Juanito enardecía a la grada con sólo quitarse la chaqueta y saltar a calentar.

El nombre de Juanito me transporta a un fútbol de otra época, en el que jugar fuera era un infierno para el Madrid, y jugar en el Bernabeu un tormento peor para nuestros rivales. Humo de puro, hombres gritones y malhablados en la grada, pitadas insoportables para los oídos y, en el campo, entradas escalofriantes que pocas veces recibían tarjeta.

Sonará poco recomendable para un niño pequeño, pero así era el Bernabeu, al que ahora critican por ser como la ópera. Para mí, y creo que para todos los niños de entonces, era tan fascinante, que ya no he dejado de ir al fútbol. Pero aquel mundo, que ya en los últimos años de la Quinta del Buitre parecía algo viejo, está hoy tan lejano que no sobrevive ni en los play offs de ascenso a segunda.


Volviendo a Juanito, maldita suerte la de aquella generación, que se quedó a las puertas del boom del fútbol-negocio. Juanito habría podido ser un fenómeno similar a Cantona en los primeros años de la Champions.

Incluso si la tragedia no se hubiera cebado con él habría podido hacer una buena carrera como entrenador. Un segundo Camacho, más polémico y jugoso para los medios, que habría podido dirigir a un Madrid en horas bajas de garra.

Pero nada de esto sucedió, y me temo que poco debió dejarle Juanito (que no era ahorrador) a sus hijos. Y cómo olvidar el día que vi a Arteche (fallecido el año pasado), seis años después de su retirada, bajando de un coche viejo para enseñar muestras de ropa deportiva en una tienda de barrio...

El fútbol ha sido injusto con la gran mayoría de aquella generación, excepción hecha de Del Bosque, Camacho y pocos más. De Juanito queda el mito, recordado todos los días de partido en el Bernabeu. De otros ni ese bonito homenaje. Pero los que conocimos el fútbol de los ochenta, sabemos lo que valían, y sonreímos al recordar a aquellos tipos con bigote, las medias bajas y unos pantalones demasiado cortos.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La diferencia entre Cunningham y Cristiano Ronaldo

Me encuentro con un interesante artículo de Cookingideas. Interesante porque habla de economía, pero fijándose en el fútbol.

La idea central es esta: una estrella de fútbol cobra hoy 166 veces más que en 1980. El salario mínimo en estos 31 años sólo se ha multiplicado por cinco. Ergo, ha crecido la desigualdad entre un ciudadano de a pie y un crack del fútbol. Para apoyar su tesis se fijan en el sueldo de Laurie Cunningham en 1980 (13 millones de pesetas) y la actual ficha de Cristiano Ronaldo (13 millones de euros).


El ejemplo es divertido, aunque en mi opinión habría que hacer algunas salvedades. Laurie Cunningham fue en 1979 el fichaje más caro de la historia del Real Madrid. Hablamos de 175 millones de pesetas.

A pesar de ser el fichaje más caro del Madrid, Cunningham distaba bastante de ser uno de los jugadores más importantes de Europa o del mundo en ese momento (Ronaldo sí lo es). Cuando llegó al Madrid procedente del poderoso West Brom, sólo había jugado tres partidos con la selección inglesa. Esto nos dará una idea de su relevancia como jugador.

Sería más justo y proporcionado comparar a Cristiano con un jugador de su categoría, por ejemplo, Maradona. Tras fichar por el Barcelona en 1982, Diego Armando cobraba en torno a los 75 millones de pesetas por temporada - con lo cual la diferencia entre uno y otro se reduce bastante. El sueldo de Cristiano no sería así 166 veces mayor, sino sólo 29.

Pero hay otro hecho innegable que también matizaría el ejemplo propuesto y es el gran aumento experimentado por el fútbol como fenómeno económico y social. Hoy en día el fútbol interesa más, y a más gente. Lo que se traduce en que el público está dispuesto a pagar más por ver jugar a los mejores, y esto implica necesariamente que los equipos deben pagar cantidades mayores a sus estrellas.

Cuando el Madrid fichó a Cristiano, no fichó simplemente un delantero. Fichaba también una fuente de ingresos, un fenómeno mediático. En EE.UU., China e Indonesia hay tipos dispuestos a pagar cantidades elevadas por ver un amistoso con Cristiano Ronaldo en el campo. Eso no ocurría con Cunningham. De hecho, no ocurría con ningún jugador del mundo en 1980.

El fútbol ha crecido tanto que llego a pensar que lo correcto sería comparar lo que gana hoy Cristiano con lo que ganaba en 1980 no un jugador de fútbol, sino quizá un actor famoso o una estrella de rock.

En cualquier caso, hay una forma sencilla de medir el aumneto de la dimensión económica del fútbol, para salir de duda. Comparemos los precios de las entradas. Si una entrada de fútbol fuera una mercancía igual de deseada hoy que en 1980, la diferencia de precio se mantendría en una proporción similar a la que hay entre los salarios mínimos (se ha multiplicado por cinco). Pero, ¿quieren saber cuánto costaba una entrada de las baratas en 1980? Cuatrocientas pesetas. Hoy en día, por menos de 25 euros, no vas al Bernabeu. Hagan sus números...

lunes, 7 de noviembre de 2011

Alex Ferguson, 25 años de éxitos en el Manchester United


Decir hoy Manchester United es lo mismo que decir Alex Ferguson. En los 25 años de reinado del escocés, el Manchester United ha conocido sus mayores éxitos, mayores incluso que los logrados en época de mitos como Matt Busby y Bobby Charlton - aquel mágico equipo de los 50 y 60 que pudo haber ocupado el trono del Madrid de Di Stefano, de no ser por un trágico accidente.

Pero Sir Alex Ferguson ha superado ya a la leyenda, y no sólo en años al frente del equipo (Matt Busby se sentó durante 24 años en el banquillo de United). Con sus dos Copas de Europa, Ferguson ha enderezado la historia, catapultando a lo más alto a un equipo decadente e instalado en la ramplonería. Junto con Real Madrid y Barça, los Red Devils son el otro gran equipo a nivel mundial. El que más ingresos genera. El que más aficionados tiene en Asia y Estados Unidos. Y ello, a base de "aguantar" a un mismo técnico durante un cuarto de siglo. Qué enseñanza para magnates y gurús del estilo presidencialista, desde Berlusconi a Florentino.

De que algo raro pasaba con el Man Utd me di cuenta por primera vez en el verano de 1994, que pasé en Dublin aprendiendo inglés. Las preferencias de los pecosos chavales irlandeses estaban claras; casi no vestían otra cosa que camisetas del United. Vale que por entonces triunfaban un par de irlandeses en el once de Ferguson (Dennis Irwin y sobre todo Roy Keane, The Pride of Ireland), pero el resto del equipo no era irlandés y también hacía las delicias de media Irlanda: Schmeichel, Cantona, Kanchelskis, Paul Ince, Lee Sharpe y un galés imberbe llamado Ryan Giggs. Los irlandeses no parecían tener mucha simpatía por el Liverpool, el Arsenal o el Newcastle, otros grandes de la Premier. ¿El Barça de Romario, Laudrup y Stoichkov? No way!

Lo curioso es que aquel Manchester no había hecho más que empezar. La temporada 93/94 fue precisamente la primera aparición del equipo de Ferguson en una Copa de Europa (por entonces ya rebautizada a Champions League). Siete años le había costado a Sir Alex ganar la liga inglesa, que también en la 92/93 había pasado a llamarse Premier League. Bajo ese nombre, el Manchester United de Ferguson ha ganado 12 de los 19 títulos disputados. Antes de la primera liga de Ferguson, el United llevaba 28 años sin levantar un título liguero.



¿Van comprendiendo por qué Fergie lleva 25 años en Old Trafford y durará los que él quiera? Lo cierto es que pasó por una crisis tremenda en 1989, con su punto álgido en una dolorosa derrota (5-1) a manos del City, el mismo que amenaza hoy su dominio en la Premier. Pero consiguió rehacerse, ganando la FA Cup de 1990 frente al Crystal Palace. A partir de ahí, las cosas empezaron a marchar.

Una excelente temporada en Europa le hizo llegar a la final de la Recopa - donde Ferguson y su equipo comenzaron de verdad a escribir su leyenda al vencer al favorito: el todopoderoso Barcelona de Johan Cruyff. Un Mark Hughes que había sido vilipendiado por la prensa española a su paso por el Barca fue el verdugo encargado de anotar dos goles. Lee Sharpe, el puñal que por la izquierda volvió loco una y otra vez a Nando. Fútbol rápido, de bandas; el que más le gusta a Ferguson y a su Man Utd. Con aquel partido, se ganaron para siempre mi simpatía.

Una pena que, a la postre, el Barcelona haya resucitado, en versión mejorada, para vengarse de Sir Alex no en una, sino en dos finales. Y es que veintitantos años, en fútbol, dan para mucho. La imagen de Ferguson cerrando el puño y apretando la mandíbula ante el vapuleo que Messi, Iniesta y compañía estaban dando a los suyos dice mucho más de la labor y la personalidad del manáger escocés que todo lo que los comentaristas podamos explicar.

También con el Real Madrid ha escrito Ferguson páginas para la Historia, en las que aparece tanto como víctima como verdugo. Con el Aberdeen nos "quitó" una Recopa en el 83, en el que fue su primer gran hito como entrenador (previo a su llegada al Manchester, también fue seleccionador de Escocia en México '86). Y a manos del Madrid, sucumbió en cuartos de Champions en 2000 y 2002, con mención especial para la vuelta de la eliminatoria de 2000, en la que ambos equipos ofrecieron uno de los partidos más bellos de Copa de Europa que recuerdo. Para siempre quedará en la retina la jugada de Redondo rompiendo la cintura a Berg y sirviendo para el segundo gol de Raúl.

De aquí le viene a Sir Alex una recurrente tirria hacia el Madrid. Es un tipo de caracter indómito y con muy mal perder. Conocidos son sus encontronazos con la FA, la federación inglesa, que no tolera críticas contra sus árbitros. Pero aun con estos defectos, Ferguson es el gran entrenador de los últimos veinte años. 37 títulos con el Manchester, 10 con el Aberdeen y uno con el St. Mirren le avalan. En su cuarto siglo en el Utd, ha visto pasar a 144 técnicos por los otros grandes clubes de Europa.



¿Sus virtudes? Mucho se ha hablado de su disciplina (zapatazo a Beckham incluido) y su capacidad para motivar - plasmada mejor que nunca en su remontada relámpago contra el Bayern en la final de 1999. Por encima de esto, que todo entrenador ganador debe poseer, yo destaco su habilidad para imprimir un estilo, a lo largo de 25 años, que no ha dependido de jugadores. Él ha hecho el equipo, amasando a sus jugadores, y no al contrario. El Man Utd que tumbó al Barcelona en 1991 se parece mucho al que doblegó al Chelsea en 2008, más allá de los cambios experimentados por el fútbol en su conjunto.

Lo definitivo para mí es repasar una lista de los jugadores que llegaron a su vestuario como incipientes promesas y que en sus manos acabaron convertidos en auténticas estrellas: Ince, Keane, Giggs, Scholes, Beckham, Ferdinand, Rooney, Cristiano Ronaldo... Por no hablar del oportuno fichaje de Cantona, hábilmente "robado" al Leeds al día siguiente de ganar para ellos una liga, y de la legión de sufridos cumplidores con los que ha sabido siempre aquilatar sus equipos: los hermanos Neville, Andy Cole, Butt, Solskaer, Sheringham (estos dos últimos los que le dieron con sus goles su primera Copa de Europa).

La intuición de Ferguson evaluando y escogiendo a sus jugadores está para mí fuera de toda duda. Como corolario a este principio, ¿qué otro entrenador ha podido prescindir de joyas de la corona como Beckham o Cristiano, en el momento más dulce de sus carreras, para más inri, y todo ello sin que su equipo se resienta?

Le puedo poner un "pero", y es que tras Schmeichel, no supo encontrar un portero adecuado. Barthez fue siempre el punto débil de un equipo que quizá merecía más. Pero también de este error aprendió Fergie, ya que su posterior apuesta por Van der Saar demuestra que finalmente se decidió por la altura y la sobriedad a la hora de elegir portero. Si estoy en lo cierto y sigue contando con él, De Gea se convertirá en un excelente portero a las órdenes de Sir Alex.

Larga vida a Ferguson, y a su Manchester United, la demostración palpable de que un equipo campeón, que no sea flor de un día, puede y debe planearse desde el despacho del entrenador y no desde el sillón de presidencia.